domingo, 27 de octubre de 2013

Todas las canciones me hablan de ti.

A veces me acuerdo de ti. De tus maneras, de tus prisas, de tus idas y venidas. De la forma de sonreír, arrugando la nariz, cuando enarcabas las cejas, cuando te cruzabas de brazos. Y me acuerdo de todo lo que hablábamos y todo lo que nos dejábamos por decir. De aquel verano yendo de cala en cala con el coche, perdidos entre las carreteras y pasando por alto todas las señales que nos indicaban caminos. Nosotros buscábamos el nuestro. Del septiembre frío y divertido, de las cenas en el bajo de aquel amigo tuyo, de esas veces que me hacías reír hasta que me doliese la barriga y tenía que retorcerme sobre mí misma pidiéndote que parases. Que parases de ser tan tú, aunque no es eso lo que yo quería. Me acuerdo del invierno arrasando con su frío demoledor y tus brazos refugiándome como si fuesen mi fortaleza. De las calles mojadas por la lluvia arrasando con todo a su paso. Menos con nuestro amor, con eso no podía. Me acuerdo que te supliqué que me llevases al norte. Que quería ver nevar. No lo hiciste ese año pero sí al siguiente, y al siguiente, y todos los que han ido pasando. Vi pasar el año nuevo con la perspectiva que me daban mis pestañas contra las tuyas. Y es que tu sonrisa era la mejor manera de comenzar de cero. Me acuerdo que llegaron Febrero, Marzo, y todos los meses restantes, y no podía despegarme de ese matiz que tenía tu voz. Y tampoco quería. A veces me acuerdo de ti. Y de mí. De cómo éramos. Pero luego giro la cabeza y te sigo viendo a mi lado. Donde has estado cada día. Y me has ido demostrando que las cosas pequeñas son las que acaban haciéndose grandes, y he aprendido que es imposible no acordarme de ti. Imposible, porque todas las voces, las caras, las ilusiones, las felicidades, todo, me suena a ti. Y es que, aunque tú no lo sepas, todas las canciones me hablan de ti.



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