domingo, 2 de marzo de 2014

Y es que hay gente que me gusta para todo.

Hay gente que me gusta para mirarla. Para verla desfilar en sus vaivenes de idas y venidas cuando están distraídos y sus pasos suenan para todos menos para ellos mismos. Hay gente que me gusta para hacerla reír. Para verles ante mis ojos, escuchando mis palabras, ver sus rostros contraerse y acabar en risas chillonas que dan la vida. Hay gente que me gusta para perderme. Para que me lleven al fin del mundo y yo poder guiarles de vuelta a casa. Para refugiarme en la calidez de sus ojos y negarme a regresar de entre ellos. Hay gente que me gusta para quererla. Por que, digan lo que digan, hay gente que está hecha para que la quieran, y esas personas te devuelven el querer como si les fuera la vida en ello. Aunque si lo piensas detenidamente, les va la vida en ello. Hay gente que me gusta para hablar. Para quedarme quieta en silencio y negarme a ir allá donde sus voces no me alcancen. Hay gente que me gusta para estar callada. Para tumbarme a su lado y, a cualquier hora, en cualquier momento, que el sonido de las respiraciones de personas ocupadas en sus pensamientos, no sea incómodo. Hay gente que me gusta para pensarla, para pensar en sus formas y en sus maneras, en esa manía de reinventarse por las mañanas y dejarse morir por las noches. Y luego hay gente que me gusta, por eso de ladear la cabeza cuando me miran, de frotarse las manos en invierno cuando hace frío, de esas maneras de recogerse el pelo, de esa costumbre de merendar galletas cada tarde olvidando las preocupaciones por aumentar de peso, me gustan los que cantan aunque desafinen, los que siempre llevan los cordones de las zapatillas desanudados, las que se pintan con rímel cada mañana ante el espejo sin estar seguras del resultado, los que se muerden las uñas en medio de los exámenes, los que se levantan unas horas antes para salir a correr por las mañanas, los que se sumergen en libros de los que luego no quieren salir, los que de vez en cuando prefieren pasar una noche en casa viendo una película, los que tiran palomitas a sus amigos en el cine, los que van a las tiendas de discos y los compran antes de descargarlos por internet, los que publican su vida minuto a minuto en twitter, los que sonríen en mitad de los besos, me gustan los que te hacen reír tanto que casi no puedes respirar, los que estudian bajo la luz del flexo y cuentan las páginas que les quedan, los que van de compras con la decisión de encontrar eso que tanto tiempo llevaban buscando. Me gustan los que ponen todo su empeño en lograr sus objetivos. Y es que hay gente, esa gente, que me gusta para todo.