martes, 30 de diciembre de 2014

2014

"Twenty years from now you will be more disappointed by the things that you didn’t do than by the ones you did do. So throw off the bowlines. Sail away from the safe harbor. Catch the trade winds in your sails. Explore. Dream. Discover." - Mark Twain.

Se nos acaba el año. Otra vez. Estamos a horas de un nuevo comienzo, y en días como hoy es cuando hacemos un balance entre las cosas buenas y malas que nos han sucedido durante este tiempo. Durante estos 365 días. En momentos así siempre me viene a la cabeza las famosas frases de Charles Dicken en "Historia de dos ciudades":

"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto."

No podemos resumir un año diciendo que ha sido bueno, o ha sido malo. Los días traen consigo desilusiones y esperanzas que nos atrapan y nos hacen vibrar, llenándonos de vida y de ganas de seguir adelante, de salir adelante. Ganas de luchar, de perseguir nuestros sueños, de mejorar. El 2014 ha sido el mejor de los tiempos, el peor de los tiempos. Ha sido las idas y venidas, los más y los menos, las entradas y salidas. Un conjunto de vaivenes desentonados que han ido dando forma a la persona que soy a día de hoy. Pero se nos acaba el año. Otra vez. Y aquí estoy escribiendo esto sin certeza de que alguien lo vaya a leer. Me gustaría que esto llegase a todas las personas que me han acompañado a lo largo de este año, independientemente de si siguen o no en mi vida. A las que han estado de principio a fin, a las que se han ido, a las que han vuelto. A todas esas personas que han pasado días a mi vera, que me han hecho reír, que me han hecho llorar. Que han crecido conmigo.
He cometido errores, pero también he cometido aciertos. He luchado por lo que creía que merecía, y he conseguido grandes resultados. He aprendido a conocerme, a ser yo misma, y  a defender a mi persona. He aprendido a querer a todos los que han estado conmigo. He hecho las cosas que sentía que tenía que hacer, y he seguido adelante pese a las dificultades que haya podido encontrar.
Me siento orgullosa de cómo va a acabar este año. Rodeada de las personas de las que lo voy a estar, y teniendo a mi lado a todos aquellos que me han demostrado su valía. Me siento orgullosa de lo que tengo, de lo que siento. Y, sobre todo, me siento feliz con todo lo bueno y lo malo que este año me ha dado. Gracias a todos los que han estado conmigo, y a los que lo siguen estando. Gracias por crecer conmigo este tiempo, y que si tengo algo que pediros, es que sigáis haciéndolo conmigo en este próximo año 2015. Seguid creciendo conmigo.




martes, 2 de diciembre de 2014

We all have stories we won't ever tell.

I know I don't know you,
but there's somewhere I've seen you before.

Peter Bradley Adams -  Between Us.

 


Supongo que la vida es un poquito irónica. Pero sólo un poquito eh. Últimamente parece que la
gente lo sabe todo sobre la tuya en particular. Excepto una cosa pequeña sin apenas importancia. Que no te  conocen a ti. Supongo que puede llegar a ser incluso gracioso. La gente habla y habla y acabas siendo consciente de que o tienes amnesia/memoria de pez que ni Dory en Buscando a Nemo, o realmente es que hablar es demasiado fácil. Llamadme loca, pero me quedo con la segunda opción.

 
Supongo que a veces es demasiado fácil. Demasiado a tu alcance. Demasiado, en general. Un placer irresistible que está fácilmente al alcance de todos. En nuestra mano. No tenemos que complicarnos demasiado. Pero de lo que no nos damos cuenta es que no tenemos ni idea de si las cosas son tal cual nosotros las penamos. Y no nos damos cuenta de que cada uno tiene detrás unos motivos que le hacen ser quién es. Y tomar las decisiones respecto a ello.
 
 
 
 
Creo que no podemos hablar de alguien si no sabemos cómo suena su voz, en formato risa, en formato susurro, en formato llorando, o incluso cuando están tan emocionados que la única voz que les sale es al estilo entrecortado. Y tú, acabas emocionándote con ellos. Que no podemos hablar de alguien si no sabemos qué colonia usa diariamente, cuál es su color preferido o cómo se le iluminan los ojos cuando habla de algo que le apasiona. No puedes juzgar a nadie sino conoces sus apellidos, su manera de caminar moviendo las caderas suavemente o cuánto le enloquecen los zapatos negros para días de invierno.
 
 
Si no sabes cuál es la estrofa que mejor tararea de su canción preferida, o cómo recita los diálogos de esa película que ha visto mil veces, o cuántas veces ha releído los párrafos de la prosa mágica de Irene X, no sabes nada de esa persona. Ni cómo desordena la ropa en el armario, ni cómo ladea la cabeza cuando te presta atención o lo mucho que adora los días de lluvia. No sabes nada. De cómo se ríe hasta quedar sin aliento, como se derrumba el mundo a sus pies y lo recompone pieza a pieza para poder seguir adelante, ni la forma en que levanta la cabeza, se muerde los labios o se esfuerza por no perder todo aquello que le importa. Las cosas que le preocupan, la gente de la que se rodea, las cosas que no cuenta, la manera de refugiarse bajo la manta en el sofá o esa manía de morderse las uñas o crujirse los nudillos. Mil características de cada persona que muchas veces son desconocidas para nosotros.
 
 
No sabes cómo esa persona dice "te quiero", ni cómo lo siente, ni cómo da todo por conseguir sus sueños. No tienes ni idea, y sin embargo sigues hablando. Sigues hablando sin tener en cuenta que cada uno tiene sus motivos, sus luchas, sus más y sus menos, sus porqués, sus sinsentidos, sus maneras de darle la vuelta al mundo para luego querer bajarse de él, sus ideales, sus percepciones, sus principios y sus finales. Cada uno tiene su historia. Deja que sigan escribiendo.