viernes, 26 de octubre de 2012

Cargamos con nosotros

todo tipo de cosas. Cachivaches inservibles, recuerdos de otros tiempos. El pintalabios rojo que acabó desteñido a besos. La entrada de teatro, cine o de aquel concierto que tanto disfrutaste entre amigos. Los caramelos de naranja, los de limón. La raya de ojos siempre a punto de dar color. La cartera a rebosar de tickets de viejas compras. Cosas que nadie más entiende. Cosas nuestras. Que nos convierten en quienes somos.

El minutero

en nuestro momento.

Vengo y vuelvo,

quiero y veo, tus ojos en mi pelo.

No me esperes

entre la gente, en las frías calles de Diciembre. No me aflojes, no me sueltes, no me dejes caer.

Si es que soy

una niña con coletas, que aún guarda su vieja maleta.

Los días grises

se iluminan con lluvia.

Me pido ser,

copiloto de tu risa. Alborotar tus días. Me pido ser aquella que nunca calla. La que despierta a besos, la que nunca falla.

Nunca escribo el remite en el sobre

por no dejar mis huellas.

Que tu alma sea fuerte

cuando mires hacia el frente.

Robarle tiempo al tiempo

sólo para ser quién soy.

domingo, 21 de octubre de 2012

Fijarse en los pequeños detalles,

es el truco. Hacer feliz a los demás con ellos, es la clave.

Y es que

hay días infinitos que no necesitan número.

Y haré que el frío

nunca encuentre tus abrazos.

Busca siempre

el lado bueno de la vida. Sin él, todo sería demasiado aburrido.

Que cuando tropieces

sean verdaderos los brazos que te sujeten.


Éramos como dos gatos,

siempre colgados de los tejados. Pero con menos maullidos y más abrazos.

Los momentos

van y vienen. No van a estar ahí siempre. El futuro que parece tan lejano se puede convertir en pasado en menos de un suspiro. Así que, ¿por qué no disfruta un poco tu presente?


Que me abraces

cuando estoy perdida. Que susurres en mi oído "eres mía".

Míranos,

aquí, perdidas, entre la nada. En medio de ningún sitio, a la deriva. Solas, aterrorizadas. Pero juntas, siempre juntas.

sábado, 20 de octubre de 2012

Los días de lluvia

son los mejores. Sin lugar a dudas. Vienen, repiquetean contra las ventanas, cubren las calles, eliminan las huellas, los pasos dejados. Vienen y van, y vuelven para marchar. Y tú los observas, oyes su música, te dejas hipnotizar. Juegas con las gotas a ver qué son o qué serán.

Paso a paso,

poco a poco, día a día. Pero creciendo, siempre grande.

martes, 9 de octubre de 2012

Quiero

desayunar crusanes en París. Quiero perderme por Nueva York. Quiero resucitar las viejas glorias de Roma y colgar un candado en un puente. Quiero tomar una cerveza en Berlín. Quejarme de la lluvia frente al Big Ben en Londres. Estar rodeada de verdes leprechauns en Irlanda. Quiero dar vueltas sin sentido por el mundo, pero sabiendo que cuando vuelva, aquellos a quienes quiero seguirán aquí esperándome.

Que te cogí de la mano

y vi que tu palma encajaba a la perfección con la mía. Que vi que estábamos juntas en estos. Que lo seguiríamos estando.

.

Que no me conformo

con la Tierra si puedo tener la Luna. Que es que ya no pida el mar, sino que pido el cielo. Que no quiero un tú y yo, sino un nosotros. Que no necesito una sonrisa si puedo permitirme el escuchar risas. Que no es que lo quiera todo, es que trato de conseguirlo.

"Aprovecho y me cuelo, enredándote en mi pelo"

Pidiendo de propina un beso, mezclando años con sueños. Aprovecho y me deslizo, robando una sonrisa sin aviso.

No quiero parecer osada,

pero es que tus ojos están diciendo mi nombre.

Perderse

en el lugar más simple del mundo por el sencillo hecho de encontrarte.


Yo soy

de las que no quieren ser reinas. Prefiero ser princesa con el mundo a mis pies.

Juguemos a un juego,

como si fuésemos niños. Propongo ese trato, ¿te parece bien? No, no respondas aún. Primero escúchalo. Te propongo una sonrisa gratis cada mañana. Un abrazo en los malos momentos. Un beso en las alegrías. Una ayuda en la necesidad. Propongo una carcajada al menos una vez al día. Miles de sueños que realizar. Prometo cumplirlo cada día, y se aceptan sugerencias nuevas para jugar.

Me encanta reír

Y reír hasta llorar, hasta quedarse sin aliento. Que hablo de dar vueltas sobre ti mismo, de caer al suelo, de golpearlo, de no poder hablar. De reír hasta que duela la tripa y tengas que agarrarla con tus manos, de revolcarte en el suelo, de necesitar respirar. Hablo de esa sensación de felicidad instantánea, tan frágil, tan inmensa.