lunes, 28 de marzo de 2011

-Bueno, voy a empezar desde el principio. Hay un señor que se llama Gastor, y mañana por la mañana tendrás que ir a verle. De momento lo único que puedo hacer por ti es acompañarte a ver a Liuna, nuestra señora, ella te ayudará.
¿Gastor?, ¿Liuna?, lo único que quiero es volver al instituto.
Pero estaba tan cansada y confusa, que cuando Eric dijo que me levantara y le siguiera, lo hice sin protestar.
No me fijé por donde íbamos, iba medio zombi, y cuando me indicó que entrara en un despacho, entré.
En el despacho se encontraba una mujer imponente. No había otra palabra para describirla.
Llevaba unos largos cabellos pelirrojos recogidos en un grueso moño.
Tenía la piel clara y los ojos oscuros, sobre los que se posaban unas grandes gafas metálicas de culo de botella.
Lucía un vestido azul oscuro que le llegaba hasta los tobillos.
-Bienvenida, querida Carina.-Sonrió mientras me indicaba que me sentara.
-Gracias.-Musité.
-Supongo que no entenderás nada, ¿me equivoco?
-Absolutamente nada, señora.-Admití.
Liuna sonrió de nuevo.
-Bueno, no importa, porque te lo voy a explicar.
Ahora mismo te encuentras en una escuela. En mi escuela. Como imaginarás no es una escuela común, no es una más, es única. Y tú te preguntarás por qué. Realmente, lo diferente somos nosotros, alumnos y profesores.
Liuna hizo una mueca mientras pensaba como explicármelo para que lo entendiera.
-Estamos muertos.-Suspiró Eric.
Eso me cogió por sorpresa.
-¿Estamos muertos?-Pregunté, repentinamente aterrorizada.
-Muertos no… pero tampoco vivos, es como algo intermedio que tan solo unos pocos tenemos la suerte de obtener.-Corrigió Liuna.
¿Suerte?, si aquello era suerte yo era la cenicienta.
-Y además tú tienes la suerte de conocer a algunos de nosotros.
Arrugué la nariz. ¿Algunos? yo solo conocía a Eric.
-Sí.-Rió Eric.-Amalia, Carlos y  Beatriz son de los nuestros.
¿Amalia, Carlos y Beatriz? Creo que me va a dar algo.
-Vas a ser compañera de cuarto de Beatriz y Amalia, ellas te ayudarán a llevarlo mejor.-Dijo Liuna.- No sé que más decirte querida, mañana irás al despacho de Gastor y hablaremos sobre todo.
Asentí, con el corazón en la garganta. Eran demasiadas cosas para asimilarlas tan pronto.
Eric me empujó hasta la puerta. Caminé por los pasillos con la cabeza en otra parte, en lo que había dicho Liuna.
Finalmente, desperté de mis ensoñaciones porque Eric me había dicho algo.

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