jueves, 17 de marzo de 2011

CAPÍTULO 1.

Me miré en el espejo unos instantes.
Tenía los brazos cruzados bajo el pecho y miraba mi propio reflejo de forma desafiante.
Realmente no era desafiante, tan solo evaluaba como me quedaba el uniforme tras el verano.
Tras unos instantes de indecisión, me recogí el cabello rubio en una larga cola de caballo.
Mejor.
Pasé las manos por la falda azul cielo y estiré un poco de la camisa blanca antes de alejarme del espejo.
Cogí la mochila nueva y bajé las escaleras trotando.
Abajo no había nadie, mis padres se iban temprano a trabajar y mi hermano mayor y mi pequeña hermanita aún dormían.
Era lunes nueve de septiembre, había una suave brisa que jugueteaba  con los mechones sueltos de mi cabello, y un radiante sol como vago recuerdo del verano al que dejábamos atrás.
Crucé la puerta de entrada del instituto y lo observé unos instantes antes de entrar.
Estaba compuesto por tres edificios de color gris perla, y en cada edificio había muchísimas aulas.
Estaba el gimnasio, los patios, el aula de música, laboratorio… y todas aquellas clases en las que jamás había estado.
Suspirando crucé el patio recién pintado, lleno de niños pequeños, madres y profesoras.
Entré en el primer edificio y saludé a una profesora de años anteriores.
-¡Qué guapa estás!, ¡qué mayor!-Exclamó con una afable sonrisa.
Asentí con alegría  y seguí caminando.
Empecé a subir las escaleras que había apodado cariñosamente “infinito”, y sonreía, sin esforzarme demasiado, a algunos conocidos.
Al final de las escaleras grises estaba una de mis mejores amigas, Lena.
Sonrió con una alegría desbordante, y luego me abrazó efusivamente, algo raro en ella, que solía ser una chica tranquila, nada comparado a nuestras otras amigas.
-Cuanto tiempo sin verte, ¿qué tal todo?-Me preguntó.
Fruncí el ceño mientras nos hacíamos paso entre aquellos chiquillos molestos y ruidosos, no tenía muchas ganas de contestar, pero si no hablaba con ella… Probablemente no se lo contaría a nadie.

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