domingo, 20 de marzo de 2011

(:

-Regular… ya sabes.
Lena suspiró, recuperando su calma habitual.
-Mejorarán las cosas, estoy segura.-Contestó.
Por palabras como esas ella era mi mejor amiga; siempre sabía consolarte y animarte, Lena era irremplazable.
Llegamos a nuestra nueva clase.
Lena empujó la puerta para dejarme pasar, mientras yo observaba el aula sin demasiado interés.
Era grande, más o menos, había muchas mesas con cartelitos en los que ponía el nombre de quien se debía sentar ahí. La mesa del tutor, con libros y folios de todos tipos, y dos ventanas.
Lena me ayudó a encontrar mi mesa entre tanto lío de cartelito, y dejé mi mochila nueva sobre la silla.
Saludé a algunos compañeros desinteresadamente y me puse a hablar con Lena, mientras esperábamos al resto del grupo.
-¿Quién te ha tocado al lado?-Pregunté.
-Miriam.-Contestó mientras hacía una mueca.
Miriam y su mejor amiga Charo eran góticas, e iban siempre por separado del resto de grupos.
-¿Y a ti?-Preguntó Lena.
-Jonathan.-Contesté. Jonathan era un friki, un pringado total, y no estaba de muy buen humor al saber que lo iba a tener al lado.
-Hola chicas.-Saludó Roque, uno de nuestros mejores amigos.- ¿Qué os contáis?
-Nada.-Dije, intentando que mi voz sonara tranquila. Lo conseguí.
-Aquí, esperando que llegarais.-Contestó Lena con una sonrisa.
-He visto a Rosie abajo, iba a llevar a su hermanito a clase y ahora venía.-Comentó Roque.
-Genial.
Mientras esperábamos recogí los cabellos castaños de Lena en dos gruesas trenzas que le daban un aspecto divertido y desenfadado.
En ese instante se escuchó el grito de alegría de Rosie, que estaba en la puerta.
-¡CHICAS!-Exclamó.
Rosie siempre era muy efusiva, quizá demasiado, y a veces era realmente insoportable, pero era un encanto.
La chica rubia avanzó por medio de la clase hasta llegar hasta donde estábamos.
Abrazó a Lena y chocó los cinco con Roque antes de dirigirse a mí.
No entiendo porque la gente actúa siempre así, como si me tuvieran miedo o algo por el estilo, como si antes de saludarme necesitaran mi aceptación.
-Rosita.-Saludé con una pequeña sonrisa. Yo era la única que la llamaba así.

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