jueves, 28 de noviembre de 2013

No todas las historias son como tu historia.

¿Alguna vez has tenido una gran historia de amor? De esas que da igual el camino si el otro te sujeta de la mano, de esas que los días se te escurren entre los dedos y los sentimientos se te agarran dentro como lava ardiendo que a la mínima te hace estallar en mil pedazos. Amores de esos que matan a los que lo viven y a los que les rodean. Amores que se esconden en las entrañas y que te hacen sentir vivo dándote igual de qué manera sean los días. Amores de sonrisas a todas horas y miradas que besan desde la distancia. De esos que te hacen crecer. De esos que cuando acaban te dejan sin palabras con el corazón frío y la garganta seca. Esos amores siempre vuelven. No se agotan, no se marchan. Son amores que te abrazan bajo la lluvia de principios de año y que te esconden cuando las sombras caen sobre las farolas. De esos que ríes y se te quita el aliento de la boca. No todas las historias de amor vienen y van, y empiezan de nuevo cada vez que acaban. Pero no porque no sean amores que te arrancan a pedacitos la tristeza. Sino porque no se les ha dado la oportunidad de serlo. No todas las historias son como tu historia. Algunas renacen de las cenizas.  Algunas persisten de vida en vida.

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