viernes, 8 de abril de 2011

CAPÍTULO 3

-Amy, coge también mis libros por fa.-Oí nada más despertarme.
Parpadeé hasta que mis ojos se acostumbraron a la excesiva luminosidad de la habitación.
La voz que había escuchado era la de Bettie, que hablaba con Amalia.
Ahora que podía ver con claridad me dediqué a observar la estancia en la que me encontraba.
Estaba llena de ventanas de todos tipos, que por muy tapadas con cortinas de colores que estuvieran, inundaban la estancia con una explosión de luz.
Había otras dos camas aparte de la mía, todas con colchas coloridas, una gran mesa de estudio de madera, estanterías repletas de libros, y dos armarios.
Aparté mi colcha de colores y me senté sobre la cama.
Bettie cayó en la cuenta de que había despertado.
-¡Carina!-Sonrió con alegría.-Me alegro de que hayas despertado, nosotras nos tenemos que ir a clase, pero tú puedes darte una ducha y luego ir a dar una vuelta por Shiny. Puedes coger algo de mi ropa.
Mientras hablaba abrió uno de los armarios, indicándome que aquella era su ropa.
Amalia salió del baño en ese momento, y llevaba en los brazos varios libros que le entregó a Bettie.
Bettie y Amalia estaban muy diferentes de cómo estaban en el mundo humano. Ambas tenían el cabello negro mucho más brillante, la piel sin rastro de granos, parecían más altas y seguras de sí mismas.
Dije adiós a Bettie mientras ella y Amalia  salían de la habitación.
Me desperecé un par de veces, bostecé antes de levantarme.
Lo primero que tenía que hacer, como Bettie había dicho, era ducharme.
Aún llevaba puesto el uniforme del instituto, así que me lo quité y me metí bajo el agua caliente.
Suspiré. Ducharme siempre me despejaba.
Me llené el cabello rubio de jabón y luego lo aclaré con agua un poco más fresca.
Cuando salí de la ducha me enrollé de pies a cabeza con una toalla rosa chicle y me fui en busca de ropa.
Abrí el armario de Bettie y saqué un pantalón vaquero para ponérmelo. Los vaqueros eran mi prenda preferida.
Abrí uno de los cajones y me puse a revisar las camisetas.
Finalmente opté por una violeta con una estrella blanca en el centro.
Volví al baño y me empecé a peinar los cabellos.
Me quité los nudos, y cogí una goma de pelo que había tirada entre algunas horquillas.
Me hice una cola de caballo y me observé unos instantes.
No era yo. Estaba demasiado radiante, los traviesos mechones de cabello que habían escapado de la coleta y caían a ambos lados de mi cara parecían estar así a posta, mi rostro, habitualmente pálido, había adquirido un tono rosado que me hacía parecer llena de vida… que ironía.
Lo que más me sorprendió fue que mis ojos marrones parecían chisporrotear… Realmente no era yo.
Suspirando, salí del baño, pensando qué hacer ahora.
Recordé que Bettie me había dicho que fuera a dar una vuelta por Shiny, así que abrí la puerta de entrada de la habitación y me puse a investigar, literalmente.
Frente a mí estaba una escalera de caracol, así que decidí subirla.
Subí las escaleras como me era habitual, de dos en dos, hasta llegar arriba.
Suspirando, me puse los mechones de cabello tras las orejas y sentí repentinamente un dolor en uno de mis hombros, y estuve a punto de caer al suelo si no fuera porque un brazo me sujetó.
-Carina.
Alcé la vista y vi que la persona que había tropezado conmigo era Eric.

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