martes, 17 de diciembre de 2013

Soy el dueño de mi destino, el capitán de mi alma.

Tengo las manos manchadas de sangre, el corazón agujereado de balas y los ojos desorbitados por
los tragos de alcohol cuando la sed te seca. Han caído en mis brazos y no se me ha permitido ayudarles. He visto salir el sol por las aceras mientras mis pies raspaban el pavimento a cada paso. He disparado, y créeme cuando te digo que no hay nada más agonizante que el silbido traicionero del que lo lanza y aquel cuyas entrañas son arañadas por ello. He visto la libertad, la he acariciado, la he visto brillar. Me ha sido concedida. Me he ahogado con los gritos de aquellos que sufrían en silencio. He causado dolor y el dolor ha venido a besarme la piel cada noche. Me han tumbado y echo caer. He tropezado, he cerrado los ojos y mi rostro ha soñado con el frío asfalto. He estado en las sombras, muchas veces. He naufragado una vez por cada atardecer que me perdía, he pretendido ser aquello que no era para cubrirme como una coraza. He girado la cara cuando no quería problemas, he dejado de cuidar aquello que importaba. Y me he vuelto a caer. Una, y otra, y otra, y otras mil veces. Pero me he levantado. Siempre me he levantado. Me he puesto en pie y he sacudido los malos recuerdos que luchaban por pegarse a mí. No voy a permitir que todo lo que he visto o he hecho rompa aquel que quiero ser. He aprendido a crecer. Me he convertido en alguien que prefiere acabar con el día antes de que el día acabe con él. No quiero llevar las pesadillas tatuadas en mi nombre. No quiero que la venganza y el odio corra por mis venas. Lucho por cambiar mi alrededor y acabar con los monstruos que torturan a quienes quiero. Intento hacer a las personas entrar en razón. La vida no es lo que esperábamos. La vida no es una película. Pero depende de nosotros hacerla un poco mejor. He abierto los ojos y lo he visto. Y ahora me dedico a eso, a hacer ver a los que están perdidos. Porque la vida es larga, y las horas duras, pero tú eres quien decide quién eres. O quién vas a ser. Porque eres el dueño de tu destino, el capitán de tu alma.

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