domingo, 8 de marzo de 2015

When I look at you.

Y te veo. No sé por qué. Pero siempre te he visto. Ahí. Entre tantas caras desconocidas, en salas abarrotadas, haciendo cola rodeado de gente, perdido entre la marea de multitudes que no se dejan respirar. Y te veo. Continuamente. Y me sé de memoria cada centímetro de tu piel, de tus rasgos, del número de lunares que uno cual línea de puntos, contando de 1 a 100 cada noche antes de caer dormida. Veo en blanco y negro esa forma de alzar la la barbilla, sacando el mentón. Y me pregunto qué estarás pensando. Qué estarás haciendo. Quién estarás siendo esta vez. Cuál será tu nombre, tu forma de andar o el sonido de tu voz. Te veo. Perdido. Encontrándote. Te veo en cada calle, en cada portal, en cada amanecer y en el crepúsculo de cada beso. En la cima y en el suelo. Te veo si me tapo los ojos, y te dejo de ver mirándote, te veo con cada palabra, con cada canción. No sé por qué. Te veo tal y como siempre he hecho. Siendo tan tú. Siendo tan parte de mí. 
 
No quiero dejar de verte. No quieras dejar de verme. 

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