lunes, 26 de mayo de 2014

Siempre frías, siempre nuestras.

Siempre me dijo que me escribiría una canción. Lo recuerdo infinitas veces tirado en el suelo, con un cigarro en la mano izquierda, y con la derecha acariciando las cuerdas de su guitarra. Una y otra vez, casi bromeando. Tenía la voz brusca, como tantas veces le dije, mientras él negaba con la cabeza, diciendo que aquello, no existía. Yo no entendía de palabras en momentos así, sólo le miraba y veía que en el vacío de sus ojos, no cabía nada más. Y la canción quedó en el aire, al igual que tantas cosas. Al igual que quedó él. Y yo colgando en el suelo, con los pies arrastrando las cenizas de aquello que quemaba con su mechero para entrar en calor en noches de diciembre. Siempre, frías. Siempre, nuestras.


 

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