miércoles, 7 de septiembre de 2011

CAPÍTULO OCHO

-Gripe A, Lena, murieron por gripe A.-Repitió Rosie con su hilo de voz.
-Lo dudo.-Dijo Lena muy seria.-Rosie, no tenían ningún síntoma, ¿me oyes?, ni uno solo, y Carina se desmayó.-Lena se dejó caer en su cama.-No sé tú, pero yo no creo que estén muertos, y voy a averiguar la verdad.
-¿Y cómo?-Preguntó la chica de las coletas rubias.
Lena se levantó de su cama y cogió el móvil que descansaba sobre su mesa de estudio. Marcó un número y esperó.
<< -¿Señor Houston? Soy Lena Ardel, me gustaría preguntarle algo si no le importa, no tardaré mucho.
-Dígame.
-¿De qué murió Carina?, sé que es doloroso recordarle la muerte de su hija, pero…
Hubo una pausa al otro lado del teléfono.
-Fue muerte natural, sencillamente murió.
-No era su hora, señor Houston, usted lo sabe tan bien como yo.
Los ojos de Rosita se llenaron de lágrimas de nuevo, mientras Lena esperaba oír la voz del padre de su amiga muerta.
-Fue algo extraño.-La voz del señor Houston sonó ronca esta vez, como conteniendo algún sollozo.-Ella estaba bien, pero sufrió una especie de desmayo, y los médicos dijeron que había entrado en coma, y de pronto cuatro compañeros murieron, de gripe A dijeron los médicos, pero el padre de Beatriz Locamber  me comentó que en ninguno de los cuerpos habían hallado líquido, ni sangre, ni agua, ni nada. Luego llamaron desde el hospital diciendo que Carina había fallecido, y cuando fuimos al hospital una enfermera comentó que tampoco había líquido en su cuerpo. Me pareció una extraña coincidencia, pero no le di importancia.
-Pero sí que la tiene, y mucha, creo que Carina no está muerta, y quiero que sepa que la voy a encontrar.
-Mire señorita Ardel, deje a los muertos descansar en paz, sea sensata y...>>
Lena colgó. El padre de Carina le había dado una pista, una pista para encontrar a Carina, a su primo Carlos y a todos los demás.
-¿Qué hace que todos los fluidos de tu cuerpo desaparezcan?-Preguntó, inquieta.
Rosita acarició una de sus coletas mientras pensaba.
-¿Un vampiro?-Preguntó, pero al ver la severa mirada de Lena dejó de bromear.-No sé.
Lena se dejó caer sobre la silla y encendió el portátil.
-¿Qué haces?-Preguntó Rosie, inquieta, mientras se sentaba en la cama de su amiga.
-Espera.-Pidió Lena mientras se encendía el ordenador.
Tecleó algo en google, y esperó a que se cargara la página que había pinchado.
La página por fin se abrió, y Lena pulsó una de las opciones que salían.
Finalmente salió algo que empezó a leer.
Rosie se levantó de la cama y se puso tras Lena, intentando ver qué estaba leyendo su amiga.
-Escucha, hay una leyenda que habla sobre el no encontrar fluidos en cuerpos.
-¿Y qué dice?
-“A principios del siglo XX aparecieron los cuerpos de tres jóvenes sin vida a orillas del mar. Antes de hacer la autopsia se creía que las causas de su muerte era la gripe, pero tras la autopsia se descubrió un dato muy curioso, todos los cuerpos carecían de fluidos. Tras varias investigaciones secretas se descubrió que esto se debía a una especie de gripe, que se llamó antifluidos, y que se debía a no tener la suficiente sangre en el cuerpo. Unos meses después de las respectivas muertes, desapareció una niña, y que cuando apareció decía que había sido raptada por los tres jóvenes muertos.
La gente no la creía, pero tras su desaparición hubo más, y todo el mundo afirmaba que los secuestradores eran los jóvenes.
Unos meses más tarde murió la primera niña que habían raptado, Alina Calas, y tras su muerte cesaron las desapariciones.”
-¡Qué miedo!-Exclamó  Rosita, pero de pronto calló.- ¿Sabes qué?, me acabo de acordar…
-¿De qué?-Preguntó Lena, sin prestar demasiada atención a su amiga.
-De… nada.- Rosie se mordió las uñas con nerviosismo.
-Esto demuestra que están vivos.
-¡Oh!, vamos, solo es una leyenda, nada más.-Rosita soltó una risita inquieta.
 -¿Qué ocurre, Rosita?
-Nada.-Suspiró mientras se movían sus rubias coletas.
Lena arqueó las cejas, pero no dijo nada.
-¡Elena!-Chilló su madre.-Me voy a comprar, ¿os llevo al pueblo?
Lena miró a su rubia amiga, quien se encogió de hombros.
-Sí.-Suspiró finalmente.-Llévanos.

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