A veces es mejor recordar que un nombre tachado a tiempo,
puede salvar muchas vidas. Las mías. Las siete. Que el tiempo es de llamar a la
puerta, pero a mí me va eso de echar la llave e ir cambiando la cerradura. Que
aquí solo entra quien yo invite. Y tú no estás en mi lista. A veces es mejor
recordar que si la suma no despejaba la incógnita, es que la X soy yo. Y que tú
sobras. Y que las variantes sí alteran el producto. Porque a mí me da la gana.
Y me altero yo.
Y
No
Hay
Razón
Para
Que
Me
Calmes.
Que ya le he aullado más veces tu nombre a la luna, y he desgarrado las de los coches, que más vale pájaro en mano que MIENTO volando, y es que te miento si te digo que no tengo ciento y una razones para quedarme, escritas en tinta fresca a modo de lunares, rayando de forma sabia los lazos que nos unen. Y las excusas me suenan flojas si te digo que no vuelvas a llevarme, de la mano, a contar los besos que se dan por cada semáforo que se pone en rojo, que yo no te escojo, pero te digo, que si sigues con tus vértigos, no naufragues en mis ojos.
Que
No
Hay
Mayor
Marea
Que
La
De
Hacerme
Reír.
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